jueves, 18 de septiembre de 2014

Historias e historias

- ¿Sabes? Odio este tipo de cosas. Ya sabes, esperar a que se enfríe la comida cuando tienes tanta hambre. Pero me molestaría más quemarme la lengua con la sopa y que se quedara como si fuera corcho.- Dijo Fu.
Pearl asintió con la cabeza removiendo la sopa con la cuchara.
- Aunque tampoco es agradable meter el pelo en el plato- Dijo Pearl mientras se recogía el largo cabello en una coleta.
- Entonces deberías cortarlo, ¿no sabes que el pelo es siempre una molestia para todo?.
Pearl probó la sopa, pero quemaba todavía, así que sopló ligeramente y volvió a remover un poco más. En frente de ella, Fu observaba el líquido girando.
- Así que te has encontrado hoy en el tren con ese anciano, ¿eh?- Fu la hablaba tranquilamente desde el otro lado de la mesa en frente de ella.
- Ya sabes que sí, cada mañana coincidimos en el mismo vagón..
- No entiendo esta manía de escuchar historias del pasado de una persona tan habladora. A tí no te gusta hablar y dices que nadie suele escucharte.- Suspiró Fu algo cansada.
Pearl se encogió de hombros.
- Quizá por eso habla conmigo, porque le escucho. Quizá no tiene nadie que le escuche o le sonría, y me parece muy triste que se trate así a las personas mayores. Ese hombre tiene muchas cosas interesantes que contar.
Fu la mira.
- Igual no eres tú la única a la que le cuenta sus historias de Forrest Gump. Lo mismo cada día va de estación en estación contándole sus cosas a la gente, que, como tú, le escuchan. Además ¿tan interesante es lo que te cuenta?
Pearl puso los ojos en blanco. A veces las preguntas absurdas de Fu la ponían nerviosa. Sabía que lo que le contaba le interesaba, pues ese anciano delgado y desgarbado siempre le contaba historias de la guerra. Pero no la hablaba sobre cosas aburridas ni pesadas, sino sobre historias interesantes de una persona de pueblo que se enfrentó a un verdadero infierno y salió de él.
- Me pregunto si las personas de ahora seríamos tan fuertes en caso de guerra.- Dijo simplemente la muchacha.
- No entiendo porqué te preguntas tantas tonterías como esas, si viniera una guerra aquí de nuevo, te tendrías que aguantar y ser fuerte. Después de todo, así es la vida. Además, tu también eres una superviviente ¿no?
Pearl miró a Fu entrecerrando los ojos.
- No me gusta hablar de eso.
- Pues deberías hacerlo con alguien, ¿porqué no con el viejo?. No es justo que él te cuente cada día cosas sobre aviones, bombas atómicas, hongos de humo y cosas por el estilo y tú tengas que estar callada.
- Bueno, la historia de cada persona es diferente- Respondió Pearl algo molesta.- Y algunas son más fáciles de contar que otras.
Fu la miraba, esperando su continuación. Eso era algo que odiaba de ella. Siempre se quedaba así, sin decir nada, para que prosiguiera.
- ¿Qué crees que es más fácil, contar tu vida asimilada sobre ser un superviviente de la guerra que simplemente estaba en el lugar equivocado, o contar tus sentimientos sobre ser un niño adoptado?
- No entiendo porqué siempre te empeñas en los sentimientos de los niños adoptados si no tienen que ver contigo.
- Porque es lo que más se asemeja a lo que siento.
- Ni tú misma sabes explicarte, Pearl. Lo que tienes que hacer es hablar y no ser tan cerrada. Sólo hablas de ese tipo de cosas personales conmigo.
- Yo no necesito hablar de esto, porque nadie lo comprendería. Si ni siquiera lo comprendo yo, mucho menos lo comprenderías .
Fu la miró algo enfadada:
- ¿Y entonces porqué me lo contaste?
Pearl rugió. Otra vez esas preguntas tan absurdas para las que Fu ya tenía respuesta.
- Deja de sacar el tema, a veces no me apetece pensar en eso.
- Sigo pensando que es algo que deberías hablar no sólo conmigo.
Pearl sonrió con ironía y enfado, pero por dentro sentía mucha rabia.
- Ya sabes cuál es mi respuesta a eso. Así que ahora me voy a poner a hacer otra cosa. Tus cuestiones a veces me ponen de mal humor. A veces no te soporto, Fu.
- Yo a tí tampoco, pero te tengo cariño- Fu sonreía burlonamente al otro lado de la mesa, con las manos apoyadas en su barbilla.
Pearl abrió la cremallera de su cartera y sacó un libro que puso encima de la mesa.
- Ah, ¿ahora te apetece alejarte de la realidad leyendo un libro?
- Sí, entre otras cosas.- Apartó la vista de ella y buscó la última esquinita de página doblada.
Entonces Fu desapareció de la mesa justo en el momento en que Pearl leyó la primera frase del libro por la que se había quedado, y Pearl se metió de lleno en una historia que no tenía que ver ni con ella, ni con Fu, ni con el anciano del tren.



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